Karina Miley, la secretaria general de la presidencia, ha emitido su voto en una jornada electoral marcada por la expectativa y la tensión. Sin embargo, su presencia ha estado rodeada de un fuerte operativo de seguridad y un ambiente de misterio, ya que se retiró sin ofrecer declaraciones a la prensa.
Acompañada por un grupo reducido de militantes, Miley llegó a la escuela donde votó, llevando consigo una caja de bombones que distribuyó entre los miembros de la mesa electoral. A pesar de la calidez de su gesto, su actitud fue notablemente austera y distante, evitando cualquier interacción significativa con los periodistas presentes.
Durante su breve aparición, saludó a los votantes y se mostró sonriente al interactuar con un niño, pero cuando se le preguntó sobre el clima político actual y las expectativas para la jornada, se limitó a desear que todo transcurriera con tranquilidad. Este silencio y su negativa a responder preguntas han generado un aire de incertidumbre en torno a su papel en el gobierno de Javier Milei, especialmente tras la reciente paliza electoral en septiembre.
La jornada electoral ha transcurrido con una notable presencia policial y un despliegue de seguridad que parece indicar la creciente importancia de Miley dentro del oficialismo. A medida que se acercan los resultados, la atención se centra no solo en su voto, sino en las implicaciones que esto tendrá para el futuro político del país. La falta de comunicación de Karina Miley ha dejado a muchos en la prensa y entre los ciudadanos con más preguntas que respuestas, intensificando la atención sobre su figura en el contexto actual.
