En uno de los rincones más enigmáticos de América del Sur, antiguos cocodrilos, aves antropomorfas y deidades de dos cabezas cortejan en bosques brumosos. Los arqueólogos han encontrado unas 600 de estas estatuas de roca volcánica enterradas en una serie de montículos cerca de la ciudad de San Agustín, en el sur de Colombia. Una vez desenterradas, estas misteriosas obras de arte, talladas entre los siglos I y VIII d.C., pueden medir hasta 14 pies.

Acerca de este mapa

Este es el grupo de esculturas megalíticas religiosas más grande de América del Sur, similar a una Isla de Pascua andina. Sin embargo, hasta hace poco, gracias a la larga historia de conflicto armado del país, muy pocos turistas se aventuraban a visitar las laderas orientales del macizo colombiano.

Pero los nuevos hoteles, la mejora de las carreteras y la prosperidad impulsada por la paz han estimulado un aumento del turismo en esta zona. “Hace veinte años teníamos aquí alrededor de 30 opciones de alojamiento; ahora hay más de cien”, dice Jorge Peña de Ivantours Colombia, una empresa de viajes con sede en Huila, el departamento colombiano (similar a un estado de Estados Unidos) donde se encuentran las estatuas.

El río Magdalena fluye por las verdes colinas del Huila, en las montañas del suroeste de Colombia.

Poco se sabe sobre los pueblos prehispánicos que tallaron las estatuas del Parque Arqueológico de San Agustín.

“Cada día viene mucha más gente”, afirma. “Los sitios realmente hacen volar la imaginación: uno siente como si acabara de abrir un libro de cuentos”. Aquí se explica cómo ver las enigmáticas estatuas y cómo explorar el hermoso y biodiverso paisaje que las rodea.

El misterioso ‘Pueblo Escultor’

Sorprendentemente, se sabe poco sobre las personas que crearon estos túmulos, a quienes alternativamente se les llama Cultura del Alto Magdalena o Pueblo Escultor. “El gran misterio es por qué desaparecieron estos escultores [en el siglo IX]”, explica el arqueólogo Hernán Ordoñez, quien creció en San Agustín. “¿Le pasó algo al clima? ¿Hubo erupciones volcánicas? ¿Fue contacto —o conflicto— con otras culturas prehispánicas? Hasta ahora no está claro”.

Lo que sí sabemos es que las esculturas megalíticas eran manifestaciones artísticas “realizadas con la intención de un dominio casi ideológico”, dice Ordoñez. Estaban destinados a trascender la vida, tal vez actuando como protectores de los vivos, e incluyen características iconográficas que los asemejan a reptiles, felinos, monos y otras criaturas nativas de la zona. La mayoría de las figuras fueron talladas en posiciones sentadas e incluían mensajes incrustados que ofrecían pistas sobre antiguas prácticas chamánicas.

Algunas de las obras de arte de San Agustín están talladas directamente en rocas volcánicas.

Las primeras excavaciones científicas tuvieron lugar aquí en la década de 1910, aunque los saqueadores de tumbas del siglo XVII ya habían saqueado muchos sitios en busca de artefactos funerarios de oro. Los parques arqueológicos datan de 1931; fueron nombrados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995. (Vea las remotas ruinas incas en Perú que rivalizan con Machu Picchu).

Aunque las excavaciones científicas a gran escala tuvieron lugar principalmente entre las décadas de 1960 y 1990, se espera que estudios más recientes, realizados por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia entre 2016 y 2022 utilizando tecnologías de sensores remotos, arrojen nueva luz sobre la cultura en los próximos años.

Visitar los parques arqueológicos

Aproximadamente 600 estatuas se encuentran cerca de la ciudad de San Agustín, en la vertiente oriental del macizo colombiano. El río Magdalena, la principal vía fluvial de Colombia, tiene su nacimiento aquí. El río fluye hacia el este a través de un cañón tallado, dividiendo los tres parques arqueológicos asociados, donde las estatuas parecen vigilar tumbas elaboradas con dólmenes en forma de portal y sarcófagos de piedra tallada.

El Parque Arqueológico de San Agustín, en el extremo occidental de la ciudad del mismo nombre, es el más grande del trío y alberga un pequeño museo y un sinuoso sendero forestal que también funciona como una exhibición al aire libre de estatuas encontradas en otros lugares. El parque también contiene túmulos funerarios expuestos que asoman sobre jardines bien cuidados y un extenso monumento tallado en el lecho de piedra de un arroyo.

Una tumba estilo dolmen está sostenida por varias figuras esculpidas en el Parque Arqueológico de San Agustín.

Muchos visitantes pasan aquí su primera mañana, antes de partir a caballo o en 4×4 por la tarde hacia sitios al norte de la ciudad. Estos incluyen La Chaquira, donde figuras talladas en rocas se alinean en un paseo marítimo en la cima del cañón (completamente reconstruido en 2023), y El Purutal, que alberga dos esculturas coloridas que muestran cómo se veían otras cuando también fueron pintadas en tonos vivos.

Al otro lado del río Magdalena, que tiene el tinte del té demasiado remojado, se encuentra el municipio de Isnos, hogar de los parques arqueológicos más pequeños del Alto de las Piedras y del Alto de los Ídolos. El primero tiene una rara estatua con dos caras apiladas una encima de la otra (similar a un tótem indígena norteamericano), conocida como Doble-Yo, mientras que el segundo tiene algunas de las tumbas más elaboradas, probablemente reservadas para miembros de élite de la sociedad. . En 2021 se construyeron nuevos comedores, senderos y baños en Alto de los Ídolos.

Una región resurge

Los parques son lo más destacado del boscoso departamento del Huila. La región alguna vez fue considerada peligrosa debido a las actividades de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, de inspiración marxista, conocidas como FARC. Pero un acuerdo de paz de 2016 hizo que las FARC aceptaran deponer las armas e integrarse al Estado colombiano. Ahora, con el conflicto en gran medida en el pasado, las comunidades se han abierto al ecoturismo y han mejorado la infraestructura regional. (Vea por qué los turistas están regresando a una selva colombiana que alguna vez fue sacudida por el terrorismo).

¿El lugar más reciente que se volvió un poco más accesible para los visitantes? El remoto pueblo de Puerto Quinchana, a 90 minutos al oeste de San Agustín (por caminos en mal estado), que alguna vez estuvo aislado para los forasteros durante el conflicto armado como corredor para el contrabando de drogas. Ahora da la bienvenida a los visitantes a sitios arqueológicos como La Gaitana, que alberga algunas de las ruinas del Alto Magdalena menos estudiadas.

Los turistas caminan alrededor de estatuas talladas en roca volcánica en el Parque Arqueológico de San Agustín, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

“El turismo aquí ha crecido exponencialmente en los últimos cinco años”, dice Doris Alima Hoyos, una líder social que ayuda a la comunidad a reintegrarse a la economía colombiana. “Han estado atrapados en un sándwich entre fuerzas armadas durante décadas, pero ahora creen que podrían vivir del turismo”.

El paso entre San Agustín y Popayán, la ciudad importante más cercana, conocida por sus edificios coloniales españoles encalados, también fue una zona de conflicto durante mucho tiempo. Ahora, aparte de un puesto de control militar restante, ha sido desarmado. Cuando esté completamente pavimentada dentro de unos tres años, la carretera unirá los dos destinos en aproximadamente 2,5 horas (el viaje actual puede durar hasta cinco), facilitando aún más el acceso a estas remotas colinas y sus antiguos tesoros.